Dos inviernos han pasado
Dos inviernos ya han pasado desde aquel viaje de ensueño y Rusia sigue en mi corazón resonando como un dulce dueño. Su gente, cálida y fuerte rostros que el tiempo no borra por ello en mi memoria perviven y mi alma por ellos implora. Extraño el aire helado y puro la nieve que alfombraba el suelo el brillo de las cúpulas, un eterno y bello anhelo. El idioma que en lo personal me enamoraba, con su musicalidad, los ojos de color cielo profundos, sinceros, de una noble humanidad. Recuerdo las calles los parques el bullicio y la quietud, el mar negro cada rincón cada instante quedará grabado en mi alma por siempre. Las conversaciones sencillas, las risas compartidas, la esencia de un pueblo noble, en mil memorias vividas. A veces la nostalgia me aprieta y las lágrimas quieren brotar por esa Federación y a su hermosa gente, que ya no puedo abrazar. Un viaje que fue un regalo un suspiro en el destino y hoy mi alma te anhela como si no hubiera mañana. Sueño con volver algún día de sentir de nu...