Gratitud en Sus Tiempos







En la calma del amanecer, mi alma se despierta,  
con un susurro en el viento, una paz que me envuelve.  
Gracias, oh Dios, por cada día que me regalas,  
por las lecciones del ayer y las esperanzas que me halagas.

En el silencio de la noche, cuando la duda asoma,  
mi corazón se aferra a tu promesa que nunca se desploma.  
Aprender a esperar, a confiar en tu plan divino,  
es encontrar en cada paso el sentido de mi camino.

Tus tiempos son perfectos, aunque a veces no lo vea,  
en la espera hay un propósito, en la prueba una idea.  
Cuando el sol brilla fuerte o cuando las nubes oscurecen,  
mi gratitud florece en cada instante que me ofrecen.

Por las puertas que se abren y aquellas que se cierran,  
por los sueños que persigo y los que tú me revelan.  
En cada suspiro agradezco tu guía constante,  
pues sé que en tus manos mi vida es un arte.

Oh Dios de los cielos, maestro del tiempo eterno,  
te alabo por los momentos que forjan mi invierno.  
Porque aun en el dolor hay belleza escondida,  
y en cada dificultad se encuentra una salida.

Hoy elevo mi voz con un canto sincero,  
por la gracia de saber que tú eres mi anhelo.  
Gracias por los días de sol y de lluvia intensa,  
por enseñarme a vivir con fe y con paciencia.

Así sigo adelante, con gratitud en mi pecho,  
entendiendo tus tiempos como un hermoso derecho.  
Porque sé que lo que viene es parte de tu amor profundo,  
y en cada latido agradezco ser parte de este mundo.



Dra. Alice Arce Aguilera

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