El Rostro de la Maldad






En el silencio oscuro de la noche,  
donde las sombras danzan en secreto,  
asoma la maldad con su cruel derroche,  
un susurro helado que corta como un decreto.

Con ojos de fuego y sonrisa envenenada,  
se viste de seda, de encanto y de risa,  
mientras en su trono de pena sembrada,  
teje intrigas y urde su cruel precisa.

Sus manos son suaves, pero llenas de espinas,  
sus palabras son miel, pero traen veneno;  
bajo la apariencia de dulces rutinas,  
se oculta el abismo y el frío terreno.

La maldad se desliza como sombra furtiva,  
en corazones puros que aún creen en el bien;  
destruye los lazos que el amor cultiva,  
y convierte la luz en un eco también.

Pero en cada rincón donde siembra su odio,  
la bondad resplandece como un faro eterno;  
pues aunque la maldad busque su podio,  
el amor es un fuego que nunca es invierno.

Así que al enfrentar su rostro sombrío,  
recordemos que siempre hay una elección;  
la luz puede brillar en medio del frío,  
y transformar la oscuridad en redención.

Dra. Alice Arce Aguilera

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